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lunes, 17 de abril de 2017

El Camino de la Realidad Espiritual

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Podemos decir muy legitimamente que para nosotros la Realidad está en toda cosa bella de la Naturaleza, en el arte, en el amor, en los pensamientos y expresiones humanos más fieles y más maravillosos. Sin duda que todas estas cosas hablan de algo, pero todavía nos falta llegar a ver cara a cara la Realidad que está EN TODO.

La Realidad no puede alborear para nosotros sino cuando estemos listos para ella. Está siempre presente y resplandeciendo, pero brillará para nosotros sólo cuando le demos el rostro, volviendo toda nuestra naturaleza para recibir su luz. Como la búsqueda de la Realidad depende tantísimo del individuo, de las experiencias de su pasado, a nadie le es posible discutirla con otro, excepto en los términos más generales.

Los más grandes instructores espirituales del mundo dan testimonio de que EXISTE una Realidad por encontrar, y, más aún, que a cada ser humano le es posible descubrirla y llegar a ella por sí mismo.

Cualquier acercamiento meramente mental a la Realidad ha de ser necesariamente superficial. Pues en todos nosotros la mente es una cosa y la vida otra. Lo que la mente define no es lo que se experimenta en la plenitud del vivir. 

La única fuerza motriz que resulta en un ensanchamiento de la consciencia en vez de limitarla más, es el amor en su sentido más puro, más inegoísta y no separatista; o la compasión, una simpatía universal, tal como lo que movió al Señor Buddha como Príncipe Siddharta a emprender su búsqueda. si el motivo es personal, el fin queda limitado por los factores presentes en esa aspiración personal. El amor es libertador, pues en la naturaleza misma del amor puro, imparcial, beneficiente y no posesivo, que sólo busca servir y no gozar y retener, hay prescindencia de todo lo que ata y encierra al hombre como un yo separado.

La Vida, que es un incesante módulo de acción, tiene en sí misma una capacidad inherente para amar.

El método de descubrir la Realidad ha sido descrito en los antiguos libros hindúes como el camino de la repudiación, de desechar las formas de lo irreal desprendiendo de ellas nuestros pensamientos y emociones.

El camino está dentro de nosotros.


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Fragmento
N. Sir. Ram