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miércoles, 3 de marzo de 2021

Moassy el perro

 


Siento que mis orejas bajan, que mis ojos se entrecierran y mi cansancio se me

convierte en paz. Ya no percibo el teclado de la máquina bajo mis dedos, y una voz muy

lejana, que reconozco como la de mi amo, me está llamando desde algún lugar. 

Corro a sus pies, a echarme a sus pies como cuando era cachorro. No me

atreveré a levantar mi vista hasta sus ojos; simplemente, me echaré a sus pies a dormir,

a descansar.

¿Habrá otros caminos? Es seguro que sí, pero de momento, dejadme descansar.

Ya no tengo curiosidad por esa caseta negra que se agiganta enfrente de mí. Tantas

casas, tantas cosas, tantos paisajes, tantos rostros me eran nuevos y, en un momento, los

traté como a viejos conocidos… Todo lo extraño que pueda venir será pronto familiar y

cercano. ¡Tantas veces me pasó y tantas veces me ocurrirá lo mismo…!

¡Qué sueño tan grande!

Cuando se os duerma un perro, cuando se os duerma todo lo querido, dejadlo

dormir. Con los ojos cerrados hacemos los mejores viajes. Os digo que améis mucho a

los perros, a todos los seres, y hasta a vosotros mismos. No os torturéis constantemente

y tened piedad del Sueño que crece en vosotros. Es la nostalgia de ese Gran Viaje, el

que hacemos con los ojos cerrados. 

Yo me voy a mi caseta negra, a echarme a los pies de mi amo. Mas sé que
dormiré y eso me conforta. Lameré sus pies antes de dormir. Soy un perro; nada hay
más fuerte que el amor a mi amo, ni nada más dulce que enroscarme, muy chiquito,
junto a él.

Mi séptimo viaje lo hago con los ojos cerrados. Con los ojos cerrados hacemos los mejores viajes

Moassy el Perro
Jorge Angel Livraga Rizzi
fragmento

Fotografías de: carlosandrescruz.com