Aquellos que hacen este esfuerzo, muy pronto constatarán que el «portal angosto» y el «sendero espinado» conducen a valles hermosos con horizontes ilimitados, a un estado sin muerte; ¡y que uno vuelve a ser un Dios! Es cierto que los primeros requisitos para llegar allí son un altruismo absoluto, una devoción ilimitada a los intereses ajenos y una indiferencia completa por el mundo y sus opiniones. Para dar el primer paso a lo largo de este camino ideal, es necesaria una intención perfectamente pura; ningún pensamiento frívolo puede distraer nuestra vista de la meta; ninguna vacilación ni duda puede paralizar nuestros pies. Sin embargo, hay hombres y mujeres perfectamente capaces de todo esto y cuyo único deseo es el de vivir bajo la égida de su Naturaleza Divina. ¡Qué al menos ellos tengan el valor de vivir esta vida sin esconderla a la vista ajena! La opinión de nadie puede considerarse superior sobre los dictados de nuestra conciencia. Entonces, que esta conciencia, una vez llegada a su desarrollo más elevado, sea nuestra guía en nuestras acciones diarias comunes. En lo que atañe a nuestra vida interna, concentremos toda nuestra atención en nuestro ideal propuesto, mirando siempre más allá, sin bajar la vista al fango en nuestros pies...Los que pueden llevar a cabo tal esfuerzo son verdaderos Teósofos; todos los demás son simples miembros más o menos indiferentes y, muy a menudo, inútiles.
El orgullo y la vanidad son dos cánceres horribles que devoran el corazón de las naciones civilizadas y el egoísmo es la espada que la personalidad transitoria blande a fin de cortar el hilo dorado que la ata a la INDIVIDUALIDAD inmortal.
Si la Teosofía prevalece en la lucha, si su filosofía abarcativa se arraiga con firmeza en las mentes y en los corazones de los hombres, si sus doctrinas de la Reencarnación y del Karma, en otras palabras, de la Esperanza y de la Responsabilidad, encuentran un lugar en las vidas de las nuevas generaciones; entonces, rayará el día de la felicidad y de la dicha para todos los que ahora sufren y son relegados a las márgenes de la sociedad. Porque la verdadera Teosofía es ALTRUISMO y no nos cansaremos de repetirlo. Es el amor fraterno, la ayuda mutua y una constante devoción a la Verdad. Una vez que los seres humanos se percaten de que sólo en esto se encuentra la auténtica felicidad y jamás en la riqueza, las posesiones o cualquier gratificación egoísta, las nubes oscuras se disiparán y en la tierra nacerá una nueva humanidad. Entonces, rayará el día de la EDAD DE ORO. Pero si no es así, la tempestad estallará y nuestra ufanada civilización occidental de iluminación, se hundirá en un océano de horrores inauditos en toda la historia.
El «Faro» de la Verdad es la Naturaleza sin el velo ilusorio de los sentidos. Puede ser alcanzado sólo cuando el adepto se vuelve maestro absoluto de su yo personal, pudiendo controlar todos sus sentidos físicos y psíquicos mediante el «séptimo sentido»; gracias al cual recibe, también, la verdadera sabiduría de los dioses –Theo-sofía
El mundo debe moverse y avanzar si no quiere estancarse y morir. La evolución mental progresa pari passu a la evolución física, y ambas adelantan hacia la VERDAD ÚNICA, que es el corazón del sistema de la Humanidad, así como la evolución es la sangre.
Sólo la Teosofía, bien entendida, es capaz de salvar al mundo de la desesperación, reproduciendo una reforma social y religiosa; tarea que, en el pasado, llevó a cabo Gautama el Buda; una reforma pacífica, sin derrame de sangre, mientras cada individuo se quedaba en la fe de sus antepasados, si quería. Para hacer esto, sólo deberá rechazar las plantas parasitarias de la invención humana, que en este momento están sofocando a todas las religiones e iglesias en el mundo. Que acepte la esencia, que es igual en todas; es decir: el espíritu que da la vida al ser humano en que reside, volviéndolo inmortal. Que cada ser humano inclinado al bien, encuentre su ideal –una estrella que lo guíe. Que la siga sin desviarse jamás de su camino y, casi seguramente, alcanzará el «faro de luz» de la vida– la VERDAD...
Entonces, se nos pregunta: «¿Cuál es vuestra religión o creencia? ¿Cuál es vuestro estudio favorito?».«LA VERDAD», contestamos. La verdad dondequiera que la encontremos; ya que, como Amonio Sacas, nuestra más grande ambición sería reconciliar los sistemas religiosos distintos, ayudando a todo ser a encontrar la verdad en su creencia y obligándole a reconocerla en el sistema religioso de su prójimo. ¿Qué importa el nombre, si la cosa en sí es esencialmente la misma?
La Teosofía es el camino que lleva a la Verdad y el ocultismo es, en toda religión y ciencia, la piedra angular y el solvente universal. Es el hilo de Ariadna que el maestro da al discípulo que se aventura en el laberinto de los misterios del ser; la antorcha que le ilumina el camino a lo largo del peligroso dédalo de la vida, el enigma de la Esfinge para siempre. Sin embargo, la luz arrojada por esta antorcha puede discernirse sólo por la vista del alma despierta: nuestro sentido espiritual ciega los ojos del materialista; así como el sol encandila los de la lechuza.
Una libertad plena y completa de la conciencia humana para todos; la fraternidad imperante entre los ricos y los pobres y la igualdad entre los aristocráticos y los plebeyos, que –su reconocimiento en la teoría y en la práctica–, es aun quimérico y por una buena razón. Todo esto debe cumplirse natural y voluntariamente por ambos lados; el momento aún no ha llegado para que el león y el cordero duerman el uno al lado del otro. La gran reforma debe tener lugar sin temblores sociales, sin verter ni una gota de sangre, lo cual es posible sólo reconociendo y estudiando la gran verdad axiomática de la filosofía oriental según la cual la gran disparidad de fortuna, grado social e intelectual se debe simplemente a los efectos del Karma personal de cada ser humano. Recogemos únicamente lo que hemos sembrado. Si la personalidad del hombre difiere de cualquier otro hombre, el ser inmaterial interno o la individualidad inmortal, emana de la misma esencia divina que la de su prójimo.
Eso que debemos buscar, mientras esperamos, es llevar un poco de paz a la tierra de los corazones que sufren, levantando, para ellos, un rincón del velo que les oculta la verdad divina. Que los más fuertes muestren el camino a los más débiles, ayudándoles a encaramarse a lo largo de la pendiente de la existencia. Que fijen la mirada hacia el Faro que brilla al horizonte, más allá del océano misterioso y desconocido de las ciencias Teosóficas como una nueva estrella de Belén, y que los desheredados de la vida recobren esperanza."
fragmentos de: H.P. BLAVATSKY
(Tomo XI -Obras completas)
fragmentos de: H.P. BLAVATSKY
(Tomo XI -Obras completas)
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