"Cuando se dice que los Dioses abandonan la Tierra, significa no sólo los Dioses, los Protectores e Instructores, sino también los Dioses menores: los Regentes de los Signos del Zodíaco. Los primeros, como Entidades reales existentes, que dieron nacimiento, criaron e instruyeron a la humanidad en su temprana edad, aparecen en todas las escrituras, tanto en la de Zoroastro como en los Evangelios indos. Ormuzd o Ahura Mazda, el “Señor de la Sabiduría”, es la síntesis de los Amshaspends, o Amesha Spentas, los “Bienhechores Inmortales”, el “Verbo” o el Logos, y sus seis aspectos más elevados en el Mazdeísmo. Estos “Bienhechores Inmortales” son descritos en el Zamyad Yasht como: Los Amesha Spentas, los resplandecientes, de ojos eficaces, los grandes, los serviciales... los imperecederos y puros...los cuales son todos siete de una misma mente, de una misma palabra, obrando todos siete del mismo modo...y que son los creadores y destructores de las criaturas de Ahura Mazda, sus creadores y vigilantes, sus protectores y regentes. Estas cuantas líneas bastan para indicar el carácter doble y hasta triple de los Amshaspends, nuestros Dhyân Chohans o las “Serpientes de la Sabiduría”. Son ellos idénticos a Ormuzd (Ahura Mazda), y sin embargo aparte de él. Son también los Ángeles de las Estrellas de los cristianos –los Estrella–Yazatas de los zoroastrianos– y también los Siete Planetas (incluyendo el Sol) de todas las religiones. El epíteto “los resplandecientes, de ojos eficaces”, lo prueba. Esto es en los planos sideral y físico. En el espiritual, son los Poderes Divinos de Ahura Mazda; pero en el plano astral o psíquico, son los “Constructores”, los “Vigilantes”, los Pitris o Padres, y los primeros Preceptores de la humanidad.
Cuando los mortales se hayan espiritualizado lo suficiente, ya no habrá necesidad de forzar en ellos una comprensión exacta de la antigua Sabiduría. Los hombres sabrán entonces que jamás ha habido todavía un gran reformador del Mundo cuyo nombre haya pasado a nuestra generación, que: a) no haya sido una emanación directa de Logos (cualquiera que sea el nombre por el que le conozcamos), esto es, una encarnación esencial de uno de los “Siete”, del “Espíritu Divino que es séptuple”, y b), que no haya aparecido antes, en Ciclos anteriores. Ellos reconocerán, entonces, la causa que produce ciertos enigmas de las edades, tanto en la historia como en la cronología; la razón, por ejemplo, de por qué es imposible para ellos asignar una época verdadera a Zoroastro, que se ve multiplicado por doce y por catorce en el Dabistân; de por qué los números y las individualidades de los Rishis y Manus están tan mezclados; de porqué Krishna y Buddha hablan de sí mismos como de reencarnaciones, identificándose Krishna con el Rishi Nârâyana, y exponiendo Gautama una serie de nacimientos anteriores; y de por qué al primero especialmente, siendo “el supremo Brahmâmismo”, se le llama, sin embargo, Amshâmshavatâra – “una parte de una parte” solamente del Supremo en la Tierra; finalmente, por qué Osiris es un Gran Dios y al mismo tiempo un “Príncipe en la Tierra”, que reaparece en Thoth Hermes; y por qué a Jesús (en hebreo, joshua) de Nazareth se le reconoce kabalísticamente en Joshua, el hijo de Nun, así como en otros personajes. La Doctrina Esotérica explica todo esto diciendo que cada uno de éstos, así como muchos otros, aparecieron primeramente en la Tierra como uno de los Siete Poderes del Logos, individualizado como un Dios o Ángel (Mensajero); luego, mezclados con la Materia, reaparecieron por turno como grandes Sabios los instructores que “enseñaron” a la Quinta Raza, después de haber instruido a las dos Razas precedentes; gobernaron durante las Dinastías Divinas, y finalmente se sacrificaron para renacer en varias circunstancias en bien de la humanidad, y por su salvación en ciertos períodos críticos; hasta que en sus últimas encarnaciones se convirtieron verdaderamente en sólo “partes de una parte” sobre la Tierra, aunque defacto sean el Uno Supremo en la Naturaleza. Ésta es la metafísica de la Teogonía. Cada “Poder” de los SIETE, una vez individualizado, tiene a su cargo uno de los elementos de la creación y lo gobierna; de aquí los muchos significados de cada símbolo. Éstos, a menos de ser interpretados con arreglo a los métodos esotéricos, ocasionan confusiones sin cuento.
La cantidad de fantasías y ficciones maliciosas, dedicadas a esta “Hueste” por varios escritores fanáticos, es verdaderamente extraordinaria. Azazel y su “Hueste” son simplemente el “Prometeo” hebreo, y debieran ser considerados desde el mismo punto de vista. El Zohar muestra a los Ischins encadenados a la montaña en el desierto. Esto es alegórico y alude simplemente a estos “Espíritus” como estando encadenados a la Tierra durante el Ciclo de Encarnación.
Esto es por lo que Esquilo, lo mismo que Shakespeare, fue y seguirá siendo siempre la “Esfinge” intelectual de las edades. Entre Zeus, la Deidad Abstracta del pensamiento griego, y el Zeus Olímpico, había un abismo. Este último no representaba en los Misterios más principio que el aspecto inferior de la inteligencia física humana (Manas enlazado con Kâma); mientras que Prometeo, el aspecto divino de Manas sumergido en Buddhi, al cual aspira, era el Alma divina. Siempre que a Zeus se le representa como cediendo a sus pasiones inferiores, es nada más que el Alma Humana, el Dios celoso, vengativo y cruel, en su Egoísmo o Yo exclusivista. De aquí que a Zeus se le represente como una Serpiente, el tentador intelectual del hombre, que, sin embargo, engendra en el curso de la evolución cíclica al “Salvador–Hombre”, al Baco Solar o Dionisio – más que hombre. Dionisio es uno con Osiris, con Krishna y con Buddha, el Sabio celeste, y con el Avatâra (décimo) futuro, el Christos Espiritual glorificado, que libertará al Chrestos en sufrimiento (la humanidad, o Prometeo), en su prueba. Esto, según dicen las leyendas brahmánicas y buddhistas, que repiten como eco las enseñanzas de Zoroastro y ahora las cristianas (estas últimas sólo ocasionalmente), sucederá al final del Kali Yuga. Sólo después de la aparición del Kalki Avatâra, o Sosiosh, nacerá el hombre de la mujer sin pecado. Entonces Brahmâ, la deidad hindú; Ahura Mazda (Ormuzd), la de Zoroastro; Zeus, el Don Juan olímpico griego; Jehovah, el Dios de tribu, celoso, vacilante y cruel de los israelitas, y todos sus semejantes del Panteón universal de la fantasía humana, se desvanecerán y desaparecerán en el aire sutil. Y juntamente con ellos se desvanecerán sus sombras, los aspectos sombríos de todas estas Deidades, representadas siempre como sus “hermanos gemelos” y criaturas, en la leyenda Exotérica: su propia reflexión sobre la Tierra, en la Filosofía Esotérica. Los Ahrimanes y Tifones, los Samaels y Satanes, serán todos destronados en ese día, cuando todas las pasiones malas sean subyugadas. Hay una Ley Eterna en la Naturaleza que tiende siempre a ajustar los opuestos y a producir una armonía final. Debido a esta Ley de desarrollo espiritual que se sobrepondrá al físico y puramente intelectual, la humanidad se verá libre de sus falsos Dioses, y se verá, finalmente, redimida por sí misma.
Cronos es el “Tiempo”, cuya primera ley es que el orden de las fases sucesivas y armónicas en el proceso de la evolución durante el desarrollo cíclico, se conserve estrictamente, bajo la pena severa del desenvolvimiento anormal, con todos sus consiguientes resultados. No estaba en el programa del desarrollo natural, que el hombre, por más que sea un animal superior, se convirtiera desde luego, intelectual, espiritual y psíquicamente, en el Semidiós, que es en la Tierra, mientras que su constitución física permanece más débil, más impotente y efímera que la de casi todos los mamíferos de gran tamaño. El contraste es demasiado grotesco y violento; el tabernáculo demasiado indigno del Dios que en él mora. Así el don de Prometeo se convirtió en una maldición, aun cuando sabida de antemano y prevista por la Hueste personificada en ese personaje, como su nombre bien lo indica. En esto se hallan fundados su pecado y su redención a la vez. Pues la Hueste que encarnó en una parte de la humanidad, aunque inducida a ello por Karma o Némesis, prefirió el libre albedrío a la esclavitud pasiva; el dolor, y hasta la tortura intelectual consciente, ”durante el transcurso de miríadas de tiempos”, a la beatitud instintiva, imbécil y vacía. Sabiendo que semejante encarnación era prematura y no estaba en el programa de la Naturaleza, la Hueste Celestial, “Prometeo” se sacrificó, sin embargo, para beneficiar con ello a una parte, al menos, de la humanidad.
Un don apresurado por los “Señores de Sabiduría”, que derramaron sobre el Manas humano el fresco rocío de su propio Espíritu y Esencia. Nuestros Salvadores, los Agnishvâtta y otros “Hijos divinos de la Llama de la Sabiduría”, personificados por los griegos en Prometeo, bien pueden quedar desconocidos y, sin que se les dé las gracias, en la injusticia del corazón humano.
En nuestra ignorancia de la verdad, pueden ser indirectamente maldecidos por el don de Pandora; pero verse proclamados y declarados DEMONIOS por boca del clero es un Karma demasiado pesado para “Aquel” que, cuando Zeus “deseó ardientemente” extinguir toda la raza humana, “se atrevió él solo” a salvar a la “raza mortal” de la perdición.
Los Ángeles Caídos, en todos los sistemas antiguos, son alegóricamente los prototipos de los hombres caídos, y esotéricamente, estos hombres mismos.
H.P. Blavatsky
Doctrina Secreta- fragmentos