Entrada destacada

La Gran Fraternidad Blanca

La labor invisible del mundo se ejecuta bajo la dirección de los Adeptos de la Gran Fraternidad Blanca. En sus manos pone el Logos Su P...

martes, 7 de julio de 2015

MI GATO ANKOR


Llegaste a mi vida hace ya varios años y hoy es tal la identificación que tengo contigo, que me parece que nunca me faltaste y nunca me faltarás.

Eres… ¿cómo diría?, eres precioso, “una bolita de pelos”, como a veces cariñosamente te llamo. Pero, tú sabes que eres más, mucho más que eso. Tu “almita” ¡me es tan familiar!

Cuando pequeño, por contar algo, recuerdo que jugabas con las sábanas cuando yo hacía las camas o con la fregona cuando limpiaba, y siempre pensaba: claro, él cree que tienen vida, no sabe que soy yo quien las mueve, y así comprendí que nosotros los hombres también somos a veces como ellos, pensamos que se mueven las cosas por sí solas, sin poder ver ni captar la fuerza, las “manos”, ni la intención que las mueve.

Sí, Ankor, me enseñaste muchas cosas, me enseñaste a Amar a los animales, esos “hermanos pequeños” que Dios ha puesto a nuestro lado, para cuidarlos, para protegerlos, educarlos y para que volvamos a aprender a amar con la autenticidad y la ingenuidad de ellos.

Me enseñaste o me recordaste qué gran familia formamos todos los seres de la Naturaleza; las piedras, las plantas, los animales, los hombres, los astros, los Dioses y Dios; Padre de todos.

Me recordaste el camino recorrido hace tiempo ya y el Amor de mis “amos de ayer” y a los que seguramente amé y amo profundamente. Me enseñaste que nunca estamos solos, ni ayer, ni hoy, ni mañana, ni aquí ni allí.

Me enseñaste, cuando estuve sola con mi pena y mis lágrimas, que Dios estaba muy cerca tendiéndome una mano, hablándome tras tus ojos expectantes, asombrados, que me contemplaban casi a punto de llorar también.

Me enseñaste cuán grande es vuestro amor, vuestra fidelidad, vuestra identificación con vuestros amos, como si fuerais una prolongación, hasta tal punto que sentís sus penas, alegrías, sus despedidas y llegadas.

Me hiciste preguntarme muchas cosas, una de ellas se me ocurrió observando tus múltiples expresiones, tus gestos, tus caras tan distintas, tus ojos tan sugerentes; me dije un día, mientras te contemplaba ¿cómo verá Ankor las cosas, cómo nos verá, qué pensará? ¿O sólo mira y mira?

Todo aquello que viste, que guardas en la memoria ¿no se borrará? Nuestros recuerdos, ¿no se perderán algún día?

Hoy sé una cosa, tu recuerdo no me abandonará y quién sabe, yo presiento que a la vuelta de los mil caminos de la vida, otra vez te hallaré, no sé que figura tendrás, ni cuál tuviste, pero te volveré a encontrar una y otra vez, querido Ankor, mi “pequeño hermano”.

Y quién sabe, si mi sueño no se hará Realidad, y en algún Mundo maravilloso aún sin plasmar en la Tierra, seas el Príncipe que alguien imaginó.

Mª D. Villegas
Gijon-1988

No hay comentarios:

Publicar un comentario