Contemplo con Amor,
gratitud y embeleso al Sol, y recuerdo que estoy mirando con devoción y
alegría, sin temor ninguno, con verdadera felicidad, al Señor, al Rey de
nuestro Mundo, al Dios de nuestro sistema. Imagen viva del Gran Misterio, causa
y origen de todo.
Y pienso, qué
grandeza, qué voluntad Señor, siempre ahí, siempre dándote, entregándote,
desangrándote para todos por Amor. Y qué pequeñez la nuestra a tu lado, tan
egoístas, tan orgullosos, tan débiles.
Señor, cuánto nos
das. Cuánta esperanza y fuerza llega a nuestro corazón humano que se cansa y
desespera. Verte, es Renovación, Renacimiento, purificación.
Aún tras el gris de
estos días de invierno en que cubren tu faz luminosa, grandes y espesos
cortinajes grises. Para aquel que te busca en tu casa, en el cielo, una y otra
vez, asomas tu rostro resplandeciente, descorres las cortinas, despejas el
espacio oscuro y allí estás, para los ojos y el alma enamorada de tu luz,
hablando de Victoria, de Juventud Eterna. Recordándonos que tras las ilusiones,
que tras la oscuridad momentánea, tu Ser permanece siempre invencible,
inviolable, intocable, inmortal en tu presencia soberana, permanente, fiel,
serenamente poderosa.
Muchas nubes
oscuras corren ante ti, como un gran antifaz, el viento las empuja en su
incesante viaje, primero por el cielo, recogiendo tu benéfico influjo, luego
caerán convertidas en lluvia vertical que fertilizarán las tierras del planeta,
purificando nuestra casa, renovando a nuestra Madre.
Y todo sigue su
curso, camina, navega, vuela, se desliza suavemente por el espacio tiempo.
Cuántas cosas, cuántos acontecimientos vividos, cuántas veces hemos venido y
nos hemos ido, como las nubes viajeras, cuántas tristezas, cuántas batallas,
cuántas vivencias en el alma grabadas, cuántos adioses y reencuentros.
Me miro en el
espejo y no me reconozco, veo nubes que ocultan el Sol del espíritu. Nubes que
deforman el verdadero rostro, hoy envejecido, como un dibujo que se va
borrando, poco a poco. Me busco y no me encuentro en esa imagen. Recuerdo los
pasos dados hasta aquí, donde estoy ahora, y me parece un sueño, a veces una
pesadilla. Los acontecimientos han ido lavando cosas, quitando otras, forjando
cualidades, empujando las tinieblas, fortaleciendo virtudes, probando al alma
tierna, endureciéndola. A veces, uno se siente perdido, en algunos de esos
momentos. En otros se muestra sin nubes, esplendente. Somos, en pequeño, algo
así. Como el Sol brillante o el Sol oculto. Sin embargo, siempre hay algo
detrás de todo lo que acontece, que Es, que guía, que espera, que resiste, que
somos realmente, que está más allá de la ilusoria imagen temporal que llora o
ríe, tras su máscara de ilusión y carne.
Me busco todos los
días y me encuentro al mirarte. Brillante y joven en el cielo, invencible,
soberano, silencioso, poderoso, majestuoso en tu sencillez, incansable. Con tus
Alas extendidas abrazándonos a todos, derramándote, abierto tu corazón de par
en par, para todos tus hijos. En esa luz me reconozco, te reconozco como mi
Padre-Madre, mi hogar, mi origen. Quisiera que mi alma volara como un pájaro y
llegar hasta ti, para volver a tu corazón y fundirme en tu energía-vida, algún
día… para siempre.
Ah, todo lo demás
son nubes, nubes viajeras que te ocultan a mis ojos por momentos, que me roban
la alegría, que me prueban sin cesar con la distancia y el misterio. Más yo sé
que Tú eres INVICTO, que nos amas, que nos forjas con las pruebas de la vida.
Más yo sé que tras
todas las pruebas, donde las sombras, la adversidad y el frío nos rodean. Tú
nos quieres victoriosos. Tú nos apoyas con tu Luz. Tú nos acoges siempre en tu
seno y reconfortas. Renovando el fuego de nuestro corazón. Tú permanecerás dándote hasta que seamos LUZ
Gracias por tu
mensaje constante. HOY VI CON CLARIDAD, que debemos Hacer
D.V.-Nefertum-30/11/97-
Gijón
fragmento de LA ODISEA DEL ALMA