Un cambio radical se operará en la sociedad humana: para que la vida no sea más un acto de conquista, donde triunfe el más fuerte o el más astuto, sino un acto de bondad y de sabiduría en que el más justo sea victorioso.
Investigándoos con vuestra ciencia, encontrareis en lo íntimo de las cosas esa suprema Ley de equilibrio que os gobierna; aprenderéis que la bravura de la vida no está en violar esa Ley, sembrando para vosotros mismos reacciones de dolor, sino en seguirla, sembrando efectos, de bien.
Debéis también aprender que el vencedor no es el más fuerte-Ese es un violador- sino el que sigue conscientemente el curso de las leyes y sin violencia se equilibra en el seno de las fuerzas de la vida. Las religiones ya lo revelaron, pero no lo creísteis; la ciencia lo demostrará, y sin embargo no lo deseareis ver. El momento es decisivo. ¡Ay de vosotros si , en esta victoria de civilización material en que vivís , deseáis aún perseverar en el nivel del bruto!
Está maduro el mundo, pero al mismo tiempo, cansado de tentativas y experiencias, del irresoluble enmarañado de vuestros expedientes; cansado de vivir del momento, frente a un mañana repleto de incógnitas; y quiere prever y resolver seriamente los grandes problemas de la vida, quiere mirar el futuro francamente, aunque ello reclame un gran coraje.
El mundo tiene necesidad de la palabra sencilla y fuerte de la verdad no de nuevas astucias que ruedan por viejos caminos. El mundo espera esa palabra con ansiedad, así como la aguarda el momento histórico.
La psicología colectiva tiene el presentimiento confuso de un gran cambio de dirección; siente que el pensamiento humano, no más infantil, se apresta a tomar las riendas de la vida planetaria y que el hombre va a sustituir el equilibrio instintivo y ciego de las leyes biológicas por otro equilibrio, consciente y deseado.
Por ello está buscando la luz, para que su poder no naufrague en el caos.
Vuestra psicología experimental no tardará en desaparecer y será sustituida por la psicología intuitiva que llevará muy lejos a vuestra ciencia. Nuevos hombres divulgarán la verdad; ya no serán mártires cubiertos de sangre, ni se asemejarán a los anacoretas de otrora, sino hombres de inteligencia, y de fe, que difundirán sus pensamientos utilizando modernísimos recursos, hombres que servirán de ejemplo en medio del torbellino de vuestra vida.
Despedazad la férrea jaula que el pasado construyó para vosotros y donde ya no os queda espacio. Osad abandonar los viejos caminos, pero no oséis locamente, donde no hay razón para osadías; osad en la dirección de lo alto y nunca osareis demasiado.
Del gran mar de fuerzas latentes, que no percibís, una inmensa ola levantará el mundo.
Entretanto, tened fe! Vuestra crisis, si es profunda y dolorosa, hará, sin embargo, nacer el hombre nuevo del tercer milenio. Para resolverla, recordad que ella es mal de sustancia, que no se combate corrigiendo la forma, como tratáis de hacer, Para solucionarla es necesario que consideréis el problema en su sustancia; y su sustancia es el hombre, su psicología, su alma, donde se encuentra la motivación de sus acciones, la fuente original de los acontecimientos humanos. He ahí la clave del futuro.
Vuestro multitudinario ciclo de civilización está por agotarse; debéis retomarlo en un nivel más elevado, vivirlo más profundamente, no solamente creyendo, sino también “viviendo”.
¡Ay de vosotros si, después de haber alcanzado el dominio del planeta, no domináis la maquina, la riqueza y vuestras pasiones, con un espíritu puro.
PIETRO UBALDI
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