A veces me he
preguntado, por qué hay personas que nada más conocerlas las amamos, como si nos
conociéramos de siempre, simplemente un día de nuevo nos reencontramos con “viejos
amores o amistades de antaño”.
Sin embargo, no siempre
es así, otras no despiertan ninguna emoción ni sentimiento, nos resultan
indiferentes, y en cambio algunas despiertan rechazo, antipatía, miedo o
desagrado. ¿Por qué? ¡qué contraste!, aparentemente sucede sin explicación
ninguna.
Dicen que es el inconsciente
quien recuerda o el alma de la persona, si aceptamos que somos más que esta
vestidura física, es posible que “algo en nosotros no olvide” experiencias
felices, traumáticas o trágicas” del pasado, de otros tiempos, de otros
escenarios
No sería extraño
entonces que “amigos, amores y enemistades fuertes” continúen y persistan más
allá del final físico de una historia, en un momento dado. Cuántas veces a lo
largo de nuestra vida lo habremos experimentado, al sentir, al saber claramente
que “a esa persona yo la conocí antes”. Más de una seguramente, y es hermoso
constatar que tarde o temprano el destino nos volverá a unir, para continuar
algo comenzado.
Ahora la pregunta sería
¿qué despierta el amor en nosotros? Porque no cualquier cosa o persona logra este
milagro. Decía Maslow que hay dos clases de amor. El amor deficitario, que
surge de la necesidad, de la carencia de algo. Y el Amor que surge de la
plenitud, de la generosidad.
Una definición de Platón era aquella de: “amamos lo que nos falta, lo que no tenemos”.
Porque todos, todos aún lo más sabios, “aman algo que les falta, que no
tienen”, aunque ese algo sea diferente para unos y otros, pero todos desean
conquistarlo o alcanzarlo para ser felices.
¿Podría ser que amemos
lo que nos “inspiran” los ideales, las personas, las cosas? Todos tenemos
formas diferentes de amar, así como el amor tiene muchos matices, notas o
escalones. ¿Será aquello que nos inspiran o nos recuerdan lo que amamos
realmente?
Yo creo que sí, en el
fondo siempre estamos amando algo que tiene que ver más con el alma de las
cosas o las personas. Cuando se refleja en valores o formas de ser, la captamos
y nos enamora, despertándose el amor, el deseo de conquista de un conocimiento
profundo del misterio de su belleza.
Según los valores que
cada cual necesita educir en sí en un momento de su evolución, se tiende amar
aquello que ya “vemos en el otro”, aunque sea incipiente, y que nosotros
queremos conseguir o nos resulta semejante.
Qué importante es la
inspiración... ésa que produce la Belleza en un corazón sensible a su encanto. La
inspiración que hace crecer las alas de la imaginación, del alma, de la
creatividad, del Valor para crecer, para desarrollar aquello que está latente y
el amor está llamando a la Vida, como el Sol, el Agua y el Aire hacen con la
semilla enterrada en la tierra.
Al fin y al cabo, el
Amor es el motor que mueve el mundo y nos impulsa a todos a superarnos, a Ser
mejores, más auténticamente nosotros mismos. Sí, la inspiración, el recuerdo
que despierta lo amado, es la Fuerza que provoca el Misterio del Amor en
nuestro corazón. El nos llevará siempre Adelante, impulsándonos a conquistar lo
que nos falta, lo que necesitamos, lo que Amamos incluso a ciegas.
Que nunca se opaquen
las ventanas de tu alma, ni se cierren las puertas de tu corazón. Deja que la
Magia de la Vida te impregne de sus secretos y enamórate de su Belleza, sabrás
entonces que nada es Imposible.
Si logramos captarla, conquistarla y plasmarla en nuestros actos, en todo lo que haga nuestro ser, de nuevo la Tierra será “un espejo del cielo”.
Si logramos captarla, conquistarla y plasmarla en nuestros actos, en todo lo que haga nuestro ser, de nuevo la Tierra será “un espejo del cielo”.
Mª D. Villegas -Nefertum
Febrero 2007-Madrid
fragmento de LA ODISEA DEL ALMA
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