Cesa de agitarte en las redes del pasado, pues ni aún los Dioses pueden cambiar el curso de un átomo de lo sucedido, pero, en cambio, el más pequeño ser tiene opción a variar en algo el desarrollo formal del plan a efectuarse.
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Se lo entregaron con estas palabras:
Este es el símbolo del poder sobre la Vida y sobre la Muerte.
Luego, extrayéndolos de unas hornacinas en la base del caracol, pusieron en sus manos un cayado y un látigo y le dijeron:
El gancho atrae, el látigo repele. A través de la paz y de la guerra debes llegar a la Sabiduría y sostenerte en ella. Trabaja con ellas para el bien de la Humanidad. Mientras para ello las uses, son omnipotentes, y tú, invencible. Si trabajas mal ahogarán tu cuello y enterrarán tu cabeza eterna en las tinieblas del Aduah, en el limo vivo de Sethem
Se lo entregaron con estas palabras:
Este es el símbolo del poder sobre la Vida y sobre la Muerte.
Luego, extrayéndolos de unas hornacinas en la base del caracol, pusieron en sus manos un cayado y un látigo y le dijeron:
El gancho atrae, el látigo repele. A través de la paz y de la guerra debes llegar a la Sabiduría y sostenerte en ella. Trabaja con ellas para el bien de la Humanidad. Mientras para ello las uses, son omnipotentes, y tú, invencible. Si trabajas mal ahogarán tu cuello y enterrarán tu cabeza eterna en las tinieblas del Aduah, en el limo vivo de Sethem
El joven cogió los símbolos y los utilizó, colocando su cuerpo en la posición ceremonial que le indicaban. Una presión en el frente de la estatua les dio paso a uina camarita subterránea a la que se llegaba descendiendo una docena de escalones altos y angostos. en el medio, un gran sarcófago de piedra, horizontalmente apoyad0 sobre el piso, dejaba ver su tapa semicorrida sobre un costado. El lugar estaba sumido en penumbras- Sarhimar dio a ankor un fuerte abrazo y le acostó dentro...
Cuando despertó, sus pulmones trabajaban afanosamente. Estaba tendido en el sarcófago, bajo el caracol, y Sarhimar y Assh estaban parados a ambos lados, con los brazos izquierdos levantados y los derechos sobre su pecho.
Cuando despertó, sus pulmones trabajaban afanosamente. Estaba tendido en el sarcófago, bajo el caracol, y Sarhimar y Assh estaban parados a ambos lados, con los brazos izquierdos levantados y los derechos sobre su pecho.
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¡Tú eres la Gran Pitonisa del Templo!- exclamó Ankor dando un paso atrás, vivamente sorprendido.
¿Me temes?
Un Hijo del Sol no teme... Tan sólo me sorprendes ... y sin embargo....
Un gemido sordo surgió del pecho de la muchacha, que se dejó caer a los pies del ciprés.
¿Lloras?
¿Qué importa?
A mí me importa... aunque te confieso que no sé bien por qué... Es como si te conociese desde hace mucho... Te vi, hace años, al ser aceptado como discípulo, y hoy.... Pero no es eso a lo que me refiero... Me parece conocerte desde siempre...y me importa que llores.... y me importa todo lo que te pasa....
Ya lo sé... A mí también me importa todo lo que le pasa al Hijo del Sol....Hace horas que te esperaba nada más que para poder hablar contigo unos minutos.... Mañana partirás y tal vez no nos veamos ya más en esta vida... Ankor...
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¿En alguna vida futura alguien recordará todo esto? ¿Nos acordaremos nosotros, Fenur?
Tal vez.... ¿Quieres volver a encontrarme?
Sí, Amada.... Pero recuerda, "nuestros reencuentros son borrosos, porque no nos separamos nunca"-agregó sonriente.
Mira esa estrella.... Cuando la miremos juntos en otra oportunidad ¿nos acordaremos de Fenur y Ankor? ¿Y de reconstruir una nueva patria para los Misterios?
Nos acordaremos - aseguró el Hijo del Sol.
Sobre la espuma blanca refulgía la elegida, esperando, como una letra luminosa, que volviesen ellos para leerla".
Fragmentos de la Novela: "ANKOR, EL ULTIMO PRINCIPE DE LA ATLANTIDA".-Jorge Angel Livraga-Edit.N.A
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